Al sufrir lesiones en la cabeza, es difícil sacar conclusiones inmediatas sobre las lesiones internas. Por lo tanto, es importante saber cómo determinar la conmoción cerebral mediante síntomas y signos indirectos característicos de esta patología. Con el tiempo, los trastornos diagnosticados pueden evitar cambios irreversibles en las funciones del cerebro y hacer un plan de tratamiento correcto.
¿Cómo determinar si hay una conmoción cerebral?
La principal manifestación del trauma descrito es la pérdida de conciencia inmediatamente después de recibirla. La excepción son los niños de una edad temprana y los ancianos, por lo general no se desmayan.
Otros síntomas típicos:
- un solo vómito fuerte;
- ralentización o aumento rápido de la frecuencia cardíaca;
- respiración rápida;
- confusión a corto plazo y deterioro de la memoria;
- un salto en la presión sanguínea;
- mala orientación en el espacio.
Los indicadores enumerados rápidamente llegan a la normalidad, la temperatura corporal permanece igual y la persona se siente relativamente bien. Sin embargo, en los próximos días, los signos de daño pueden aumentar.
¿Cómo determinar una conmoción cerebral en el hogar?
El grado de severidad de los síntomas de la patología bajo consideración depende de su gravedad.
A continuación, se indica cómo determinar una leve conmoción cerebral:
- recuperación rápida de la conciencia después del trauma;
- mejora del bienestar en 20 minutos;
- normalización de pulso, presión y capacidad de concentración.
Con un grado promedio de daño, se observan las siguientes manifestaciones:
- desorientación en el espacio y el tiempo por más de 20 minutos;
- mareo severo;
- Larga permanencia inconsciente.
La conmoción cerebral severa se caracteriza por los siguientes síntomas:
- síncope prolongado;
- pérdida de memoria;
- incapacidad para concentrar la atención.
Además, puede haber otros signos:
- dolor de cabeza intenso;
- mareos frecuentes;
- náuseas, vómitos;
- marcha inestable;
- debilidad en las extremidades y el cuerpo;
- reacciones inhibidas;
- fatiga rápida;
- imposibilidad de realizar el trabajo mental habitual;
- alteración del sueño nocturno;
- disminución del apetito;
- fluctuaciones en la temperatura corporal;
- palidez de la piel;
- aumento de la sudoración;
- una sensación de conciencia borrosa;
- olvido;
- frecuentes cambios de humor sin ninguna razón en particular;
- ruido en los oídos ;
- descargas periódicas de sangre en las mejillas.
Independientemente de la fuerza con que se expresen los signos enumerados, es importante contactar inmediatamente a un neurólogo para evitar complicaciones graves.