El generador de virus malvados y mortales: la cueva de Kitum

¡La cueva en África ha aprendido a matar personas y absorber animales sin dejar rastro!

En la frontera de Kenia y Uganda, en las entrañas del volcán extinto del Monte Elgon hay una cueva que causa horror no solo entre la población local pobremente educada, sino también entre los hombres cultos. Una depresión siniestra en la roca no promete a las personas ni a los animales nada excepto virus mortales y misteriosas desapariciones.

¿Cómo comenzó la terrible historia de la cueva de Kitum?

En 1987, cerca del lago más grande de Victoria, Victoria, un joven danés llamado Peter Cardinal recolectó minerales de montaña. Pasó varios días al lado de la cueva, aunque no la vio. Al llegar a casa, se sintió enfermo e ingresó de inmediato en un hospital con una extraña enfermedad viral. La madre del niño gastó todo el dinero disponible en las traducciones de un hijo de una clínica a otra, porque ninguno de los médicos pudo encontrar una medicina efectiva ...

El cuerpo de Peter estaba cubierto de manchas rojas, el blanco de los ojos estaba lleno de sangre y el hígado se negaba a trabajar. Unos días después, los moretones negros y azules llegaron al punto de manchas, que comenzaron a sangrar. Al final, la sangre se diluyó tanto que se produjo una hemorragia cerebral que mató al joven científico.

Impresionados por la rápida muerte de Peter, los doctores comenzaron a estudiar su sangre en el laboratorio. Incluso el Centro de Investigación de Armas Biológicas del Ejército de EE. UU. Mostró interés en las muestras obtenidas del difunto. Los especialistas le dieron al virus el nombre de "fiebre de Marburgo": tiene el mayor grado de peligro debido a la rápida propagación y la falta de tratamiento.

Quizás el ejemplo de Peter sería considerado un engaño, si la historia no volviera a suceder con el francés Charles Monet, un técnico en una fábrica de azúcar en Kenia. El hombre bajó a la cueva y también se convirtió en víctima de una enfermedad que está diluyendo rápidamente la sangre. Las conclusiones fueron obvias: las vidas de ambos pacientes se cruzaron solo una vez, en la cueva de Kitum.

¿La cueva abrió sus secretos?

Solo había un grupo de investigadores que no tenían miedo de entrar a la cueva, lo que abrió la cuenta a sus víctimas. El equipo, dirigido por el profesor Eugene Johnson, recibió una instrucción clara: no acercarse a la cueva sin un equipo especial. Los trajes herméticos con suministro artificial de aire y presión excesiva tenían que evitar la más mínima posibilidad de penetración de virus en los trajes espaciales.

Para no morir de un virus mortal, los científicos se llevaron consigo "detectores en vivo": conejillos de indias y monos. Durante dos meses los investigadores trabajaron en la cueva, con la esperanza de que la fiebre de Marburgo manifieste al menos uno de los animales y será posible estudiar el mecanismo de su desarrollo. Cuando todos los animales estuvieron preparados, resultó que ninguno de ellos se vio afectado por el virus. Los científicos solo lograron descubrir que el virus del SIDA también se produjo en los bosques sordos de Kenia, donde viven cientos de microorganismos poco estudiados.

Y la extraña fiebre parecía haberse hundido en el olvido: nadie más estaba infectado con ella, incluso en una cueva, el transportista no se pudo encontrar. Unos años más tarde, el mismo jefe del equipo de investigación, Johnson, escuchó de un comerciante de animales que sus monos estaban muriendo de sangrado. ¡El virus apareció de la nada en las afueras de Washington! Johnson logró destruirlo con la ayuda de tropas y todos los mismos trajes de protección. Después de que murieron 450 monos, los científicos pudieron realizar nuevos experimentos y aprender que el virus alcanza a una persona a través del aire.

¿Por qué los animales desaparecen en una cueva?

Si la gente en la cueva está mortalmente enferma, los animales desaparecerán para siempre. Cada primavera y otoño elefantes, búfalos, antílopes y otros animales llegan a la cueva de Kitum, atraídos por un depósito de sal en las paredes de la hendidura, rico en minerales y nutrientes. La cueva con una única toma de corriente "los deja" entrar, pero absorbe para siempre.

Las personas que visitaron Kitum, ni siquiera pudieron encontrar rastros de sus restos. La única hipótesis científica, abiertamente atraída por los oídos, se basa en la posible existencia de ciertas bacterias que convierten los organismos vivos en cola, cuando se secan forman cristales de sal. El animal se convierte en una masa petrificada homogénea, que se desmorona incluso con un ligero soplo de la brisa. Pero, ¿la existencia de tales bacterias es realmente real?

Una versión mucho más veraz de los ufólogos, confiados en la existencia en la cueva de Kitum de un campo de energía especial que incinera el cuerpo con la ayuda de ondas electromagnéticas de una frecuencia única, parece mucho más veraz.