Infección de la sangre

La condición, que en la comunidad médica se llama sepsis, se considera una de las patologías más peligrosas. La infección de la sangre afecta todo el cuerpo, incluidas las membranas mucosas, los tejidos blandos y los fluidos biológicos. Como resultado, el proceso inflamatorio se propaga a gran velocidad y sus patógenos liberan sustancias tóxicas que incluso pueden llevar a un desenlace letal.

Los primeros signos de infección sanguínea en humanos

Los principales síntomas característicos de la sepsis al inicio de la infección:

Vale la pena señalar que las manifestaciones clínicas tempranas dependen directamente del agente causante de la sepsis. En algunos casos, los signos están prácticamente ausentes, y algunas veces surgen y progresan muy rápidamente, dentro de las 24-48 horas.

¿Cómo aparece la infección común de la sangre?

El desarrollo adicional de la infección de un fluido biológico se caracteriza por tales síntomas:

Estas manifestaciones clínicas surgen debido a la intoxicación completa del cuerpo con sustancias nocivas, que secretan bacterias patógenas en el proceso de actividad vital. Los venenos y las toxinas, atrapados en la sangre y la linfa, se propagan instantáneamente por todo el cuerpo, penetrando en los tejidos blandos, las membranas mucosas, los órganos internos e incluso las articulaciones y los huesos.

Consecuencias de la intoxicación de la sangre

En ausencia de una terapia antibiótica adecuada, el resultado de la enfermedad es inconveniente: se altera la actividad de todos los sistemas del cuerpo, se revelan signos de peritonitis y neumonía. Además, hay hipotensión, disfunción de múltiples órganos, hipoperfusión. Con una disminución en el suministro de sangre de los tejidos, se desarrolla un choque séptico, después del cual ocurre la muerte.

¿La infección de la sangre es tratada?

La terapia de la sepsis se realiza necesariamente en un entorno hospitalario y con separación intensiva. El régimen de tratamiento combinado incluye:

  1. Recepción de grandes dosis de antibióticos, teniendo en cuenta la sensibilidad de las bacterias patógenas al tipo de fármaco seleccionado.
  2. Uso de drogas del grupo sulfonamida.
  3. Aumenta la resistencia del cuerpo a los virus y bacterias con la ayuda de la terapia de vitaminas, medicamentos inmunomoduladores, una mejor nutrición con un predominio de alimentos con proteínas.
  4. Transfusión de sangre o sus sustitutos.
  5. Aplicación de sueros antisépticos especializados.
  6. Introducción de autovacuna, así como gamma globulinas.

Si hay heridas abiertas infectadas o focos purulentos, también se recomienda el tratamiento local, en algunos casos: intervención quirúrgica con escisión de tejido necrótico dañado, tratamiento antiséptico, drenaje, sutura o aplicación de técnicas plásticas.