El filtro de infrarrojos siempre hace que la imagen sea más sombría y espeluznante. Y si lo aplicas a los paisajes de un lugar ya terrible, como Chernobyl, por ejemplo, el efecto será abrumador. La idea de crear una colección de fotos dedicadas a este lugar famoso le llegó a Vladimir Migutin.
El fotógrafo nació en Bielorrusia en 1986, justo en el año del desastre. Cuando Vladimir tenía 5 años, su familia abandonó la Unión Soviética. Pero aún su primera infancia recuerda Migutin. Y como solo quedaban brillantes recuerdos para Bielorrusia, a una edad consciente decidió ir a su patria histórica para ver cómo había cambiado Minsk, posiblemente para encontrarse con amigos. Una vez en el lugar, Vladimir de repente se dio cuenta de que también le gustaría visitar Chernobyl. Encontró un grupo con licencia para organizar excursiones en la zona de exclusión y reservó una visita para los próximos días.
La ciudad fantasma golpeó a Vladimir. En ella reina la madre naturaleza. Y solo aquí, una persona que pasa la mayor parte de su vida en una metrópolis puede ver su fortaleza, comprender cómo el mundo está cambiando el progreso tecnológico, e imaginar qué hubiera pasado si este último no existiera. Es hermoso y terrible al mismo tiempo. Pero esto realmente vale la pena verlo.