Isla de los títeres, México

México es un país extremadamente popular entre los turistas con una sorprendente cultura original y lugares inusuales. Hay un lugar único aquí: la Isla de las Marionetas, que a los turistas les gusta visitar, queriendo hacerles cosquillas en los nervios.

Historia de las Islas de Títeres, México

En las cercanías de Sochimilko, entre los famosos canales aztecas, se perdió la misteriosa Isla de las muñecas muertas de México. Los visitantes de este lugar tienen una mirada inquietante, que recuerda a un disparo de una película de terror: en los árboles, pilares y edificios, se cuelgan muñecas terribles y desfiguradas. Según los rumores, la atracción fue creada por Julian Santana Barrera, quien llevó una vida solitaria. El hombre comenzó a recoger las muñecas arrojadas a los contenedores de basura a partir de 1950 después de que una niña se ahogara ante sus ojos. Los juguetes recogidos fueron colgados en una isla abandonada: el ermitaño creía que el espíritu de una pequeña mujer ahogada apesta.

Hay otra versión según la cual Julián Santana Barrera cogió títeres de los embalses y se colgó alrededor de la casa para apaciguar al fantasma de la niña ahogada que se le acercó. El ermitaño incluso cambió sus verduras y frutas cultivadas por muñecas rotas. Sin embargo, la isla de los títeres muertos hasta principios de los años 90 del siglo pasado era poco conocida. Y gracias al programa de limpieza de canales de Sochimilko este misterioso punto de referencia ha ganado popularidad. Por cierto, el creador de la isla se ahogó en 2001 en uno de los canales.

La isla de muñecas abandonadas hoy

Ahora la Isla de los Cachorros se está apresurando no tan pocos turistas. Puede llegar solo en barco, y por cierto, no se han llevado a cabo comunicaciones y electricidad allí. El orden en la isla es apoyado por los familiares de Julian Santan Barrera a expensas de las donaciones que los turistas abandonan. Los visitantes pueden ver alrededor de 1000 exhibiciones espeluznantes. Y para que las muñecas no estén enojadas por la invasión y no persigan, es costumbre traer regalos con ellas.