Alergia al metal

La alergia al metal no es un fenómeno raro, pero no todos conocen la existencia de este tipo de enfermedad. Según las estadísticas, esta enfermedad a menudo afecta a los habitantes de las megaciudades y los centros industriales, y puede manifestarse no de forma inmediata, sino incluso años después del inicio de la exposición al cuerpo. Considere cómo, por qué hay una alergia al metal y por qué métodos se trata.

Causas de la alergia al metal

La principal explicación de las reacciones específicas a los efectos de los metales es la sensibilidad individual. Cuando los iones metálicos penetran en el cuerpo, se provoca un cambio en la estructura de las proteínas celulares, como resultado de lo cual el sistema inmune comienza a percibirlos como elementos extraños. Una consecuencia de esto es la aparición de una reacción alérgica inflamatoria.

Los metales son parte de una amplia variedad de sustancias y objetos que se encuentran en la vida cotidiana, en relación con actividades profesionales, la necesidad de asistencia médica, etc. Muy a menudo, los metales alergénicos son:

Síntomas de alergia al metal

Muy a menudo, la alergia a los metales aparece en la piel y las membranas mucosas de acuerdo con el tipo de dermatitis de contacto, que se asocia con el contacto externo con el estímulo. Las manifestaciones en este caso pueden ser las siguientes:

Si el alérgeno ingresa al cuerpo con comida (por ejemplo, al cocinar platos en platos de aluminio), existen tales síntomas:

La penetración de iones metálicos en el tracto respiratorio (por ejemplo, cuando el vapor de metal es inhalado) a menudo causa asma bronquial con signos como:

Tratamiento de alergias al metal

Antes de que algo se manche con alergias a las áreas metálicas de la piel en las manos, las piernas y otras áreas del cuerpo, o tome el medicamento en el interior, debe asegurarse de que termine el contacto con el estímulo. Para eliminar los alérgenos que penetran en el tracto gastrointestinal, se recomienda el uso de enterosorbentes especiales, que el médico puede prescribir.

Dependiendo de la gravedad del proceso patológico, se recomiendan los remedios locales o sistémicos para el tratamiento: