Cómo sobrevivir a la muerte de un marido: el consejo de un sacerdote

Cuando, tan repentinamente por sí mismo, el amado cónyuge muere, parece que la vida pierde sentido. E incluso si has vivido en matrimonio durante muchos años, después de haber sido herederos, es difícil imaginar cómo vivir sin un alma gemela. En este caso, los consejos del sacerdote te ayudarán a entender cómo sobrevivir a la muerte de tu amado esposo. Después de todo, como se sabe, cuando una persona entra en la otra vida, los parientes en la tierra deberían ayudarlo a llegar al Paraíso de todas las maneras posibles.

Consejos sacerdote, cómo sobrevivir a la muerte repentina de un marido amado

  1. La persona fallecida necesita mucho el cuidado de las personas cercanas a él que se han quedado aquí en esta tierra pecaminosa. Todos deben recordar que como persona, una persona no desaparece. Él tiene un alma inmortal, pero si durante su vida no fue creyente, entonces, para sobrevivir a su muerte, uno debe considerar cuidadosamente su propia alma. En primer lugar, no caiga en un dolor excesivo. Después de todo, el desaliento es uno de los ocho pecados capitales. Si le dejas establecerse en tu alma, entonces se forma el vacío en ella.
  2. Trate de calmarse, de todas sus fuerzas, de amar al difunto, de orar . Hasta el día 40, reza. Esto es necesario para tu alma y para el alma de tu esposo.
  3. Recuerde que después de esta vida en la tierra, seguramente se encontrará con su cónyuge, así que piense si es digno de una buena vida después de su propia muerte. No olvides que las lamentaciones excesivas, los lamentos sobre los difuntos son incompatibles con la Ortodoxia. Olvídate de la pena. No ayudará ni a ti ni a un ser querido que se haya ido a otro mundo. Recuerde que el esposo está vivo, pero él vive con Dios.
  4. Escribe una nota y un sacrificio en el templo por la paz del alma del cónyuge. Ora más y pide al Señor que te ayude a superar esta difícil pérdida. Y esta regla se aplica no solo a la cuestión de cómo sobrevivir a la muerte de un marido a una mujer a una edad, sino también a una joven viuda. Recuerda que tu vida en esta tierra no termina. Es necesario creer en el Altísimo y seguir viviendo, regocijarse todos los días.