Complejos de Edipo y Electra en niños

Criar a un niño es un proceso difícil y al mismo tiempo fascinante. Solo convirtiéndonos en padres, podemos volver a la infancia y al fascinante mundo de los juegos. Sin embargo, construir relaciones con un hombre pequeño promete obstáculos constantes. Y básicamente tienen un origen mental y afectan la relación de la descendencia con sus padres. Especialmente se refiere al período en que el niño comienza a darse cuenta de su identidad sexual. Si también tiene problemas similares, no se apresure a hacer sonar la alarma y busque anomalías en el desarrollo del niño. Algunos de ellos son la norma de edad. Uno de los ejemplos brillantes es el complejo de Electra y Edipo.

La teoría psicosexual de Freud

El famoso psicoterapeuta Sigmund Freud le ofreció al mundo la teoría de que una persona desde su nacimiento está dotada de instintos sexuales. La consecuencia de la manifestación de estos instintos puede ser diversos traumas mentales infantiles. Según Freud, el desarrollo personal coincide con el desarrollo psicosexual. Como resultado de esta interacción, se forma el destino de una persona, su personaje, así como diversos trastornos mentales o dificultades de la vida. La presencia de varios problemas en la edad adulta o su ausencia depende del curso de las etapas del desarrollo psicosexual. Hay 4 de ellos: oral, anal, fálico y genital. Discutiremos con más detalle la etapa fálica.

En el período de 3 a 6 años, los intereses del niño comienzan a formarse alrededor de los genitales. En este momento, los niños comienzan a explorar sus órganos sexuales y hacer preguntas relacionadas con las relaciones sexuales. En el mismo período, hay un conflicto de personalidad que Freud llamó el complejo de Edipo (en los niños) o el complejo de Electra (en las niñas). Según el mito, el rey Edipo mató accidentalmente a su padre y entabló una relación íntima con su propia madre. Cuando se dio cuenta de que había cometido lo irreparable, Edipo se cegó a sí mismo. Freud transfirió este ejemplo a la etapa fálica y caracterizó el complejo como un deseo inconsciente del niño de eliminar al padre de un sexo con él y de tener un padre del sexo opuesto. En niñas y niños, este fenómeno se manifiesta de diferentes maneras.

  1. Complejo de Edipo en niños. El primer y más brillante objeto del amor futuro del hombre es su madre. Desde el principio ella satisface todas sus necesidades. Al crecer, el niño aprende a expresar sus sentimientos tan bien como otras personas, por lo que observa. En otras palabras, el niño juega el papel de su padre, lo imita expresando sentimientos por la madre, y el padre mismo en ese momento es un competidor para el niño. Durante este período, muchos padres pueden notar cómo el niño repele al Papa si pone a su madre o jura solemnemente que se casará con ella cuando crezca. Sin embargo, poco a poco el niño se da cuenta de que no tiene sentido medir la fuerza con su padre y le teme a las represalias de su parte. Freud llamó a este sentimiento un miedo a la castración y creyó que era este miedo lo que hizo que el chico abandonara sus reclamos a su madre.
  2. Electra en chicas. Su prototipo fue una de las escenas de la mitología griega, cuando una niña llamada Electra persuadió a su hermano Orestes para que matara a la madre y al amante de su madre en venganza por la muerte de su padre. Por lo tanto, al entrar en la etapa fálica, la niña se da cuenta de que ella no es como su padre, que tiene una estructura diferente de los órganos genitales, lo que le parece una desventaja al niño. La niña envidia que el padre tenga poder sobre la madre y busque poseerlo como hombre. La madre, a su vez, se convierte en el principal rival de la niña. Poco a poco, la joven suprime el anhelo de su padre y, cada vez más como una madre, de alguna manera obtiene acceso moral a su padre, y, cada vez más viejo, subconscientemente busca a un hombre que se le parezca. En la edad adulta, los ecos del complejo Elektra se pueden ver en el coqueteo, la seducción y las relaciones sexuales promiscuas de las mujeres.

Cabe señalar que el inicio de la fase fálica, que es de aproximadamente 3-6 años, debería ser una prueba seria para los padres. La identificación sexual del niño tiene una organización muy sutil, y la más mínima conmoción puede causar un trauma mental infantil. En la edad adulta, esto puede conducir a problemas en las relaciones con el sexo opuesto, diversas anormalidades en forma de perversiones o patologías mentales.

¿Qué deberían hacer los padres? Si se da cuenta de que el niño se acerca a uno de los padres y de todas las maneras posibles rechaza el segundo, vale la pena explicar que esta también es una persona cercana que dice respetar y amar al niño. No le muestres a tu hijo tu relación. No lo abrace ni juegue juegos íntimos con él, para no herir la psique del bebé. Si la situación es demasiado complicada y dura mucho tiempo, vale la pena contactar al niño con un psicoterapeuta. Mientras más pronto se tomen las medidas correctivas, más posibilidades tendrá el bebé de tener una relación normal con el sexo opuesto a una edad más avanzada.