El término "anemia hemolítica" recoge diversas enfermedades congénitas, hereditarias y adquiridas. La anemia hemolítica autoinmune, por ejemplo, es un fenómeno en el cual el sistema inmune comienza a autodestruirse con células sanas de glóbulos rojos. Sucede porque los lleva a cuerpos alienígenas potencialmente peligrosos.
Causas y síntomas de la anemia hemolítica autoinmune
Como regla general, para decirlo con seguridad, debido a que el sistema inmunológico comienza a funcionar mal de este tipo, los especialistas se ven obstaculizados, por lo tanto, la dolencia sigue siendo idiopática hasta el final del tratamiento. A menudo se desarrolla en el contexto de problemas tales como:
- leucemia aguda;
- lupus eritematoso ;
- leucemia linfocítica (en forma crónica);
- cirrosis del hígado;
- hepatitis;
- artritis reumatoide.
Los síntomas de la anemia hemolítica autoinmune, según la forma de la enfermedad, pueden variar de manera insignificante. La manifestación más común de la enfermedad es la siguiente:
- debilidad severa;
- dificultad para respirar;
- palpitaciones del corazón;
- salto de temperatura;
- cambio en el color de la piel (en algunos pacientes, la epidermis toma un tono de limón);
- dolor en el área del pecho;
- una erupción que se confunde fácilmente con colmenas;
- picazón.
Los estudios de diagnóstico en este caso muestran un aumento en el bazo y el hígado, en el análisis de la bilirrubina en sangre.
El tratamiento de la anemia hemolítica autoinmune
A la mayoría de los pacientes se les recetan hormonas glucocorticoides. Ayudan a suprimir la actividad del sistema inmune y prevenir una mayor erradicación de los glóbulos rojos. Los médicos también pueden recetar antidepresivos.
En algunos casos, puede requerirse una transfusión de sangre o un trasplante de hígado para prevenir las consecuencias negativas de la anemia hemolítica autoinmune.