Placenta gruesa en el embarazo

Idealmente, durante el embarazo, la placenta tiene un cierto espesor, regulado por la semana. Entonces, a las 22 semanas del trimestre, el grosor del lugar del niño debería ser de 3,3 centímetros. A las 25 semanas, aumenta a 3,9 centímetros, y ya a las 33 semanas de embarazo, el grosor de la placenta es de 4,6 centímetros.

Cuando se observa una placenta más gruesa durante el embarazo, esto puede indicar una infección intrauterina del feto. En este caso, es necesario pasar una prueba de sangre para toxoplasmosis o citomegalovirus.

Si una mujer embarazada tiene una placenta que es más gruesa de lo normal, una mujer es observada por un especialista y la envía a ultrasonido y CTG. Solo gracias a estos exámenes puede determinar con precisión la presencia o ausencia de patologías en el bebé.

Causas de la placenta espesa

Las causas que afectan el engrosamiento de la placenta pueden ser las siguientes:

Consecuencias de la placenta espesa

Cuando el lugar para el niño se vuelve más grueso, aparecen calcificaciones que afectan el funcionamiento de la placenta. Como resultado de tales procesos, el feto no recibe suficiente oxígeno y esto afecta su desarrollo intrauterino. Además, debido a la hinchazón de la placenta, su función hormonal disminuye, lo que amenaza con la interrupción del embarazo o el parto antes del término.

En casos severos de engrosamiento de la placenta, es posible la muerte fetal prenatal y el desprendimiento prematuro de la placenta. Para evitar terribles consecuencias, el médico prescribe un examen adicional tan pronto como sospeche la placenta engrosada. Si sus temores son confirmados, inmediatamente trata la enfermedad.