La crisis del primer año de vida

Durante el crecimiento del bebé, mamá y papá tendrán que soportar muchas crisis, cada una de las cuales tiene sus propias características. Como regla general, al final del primer año de vida, la migaja se vuelve extremadamente caprichosa, lo que a menudo cansa a los padres jóvenes y les causa ansiedad. Mientras tanto, este "splash" se puede explicar sin dificultad en términos de psicología práctica.

En este artículo, le diremos cuál es el origen de la crisis del primer año de vida y qué signos caracterizan el desarrollo mental del niño durante este período.

Las causas y signos de la crisis del primer año de vida del niño

Cada crisis que ocurre en la vida de un niño se asocia exclusivamente con su crecimiento y un nuevo paso en la vida independiente. La crisis del primer año de vida no es una excepción. En la mayoría de los casos, su comienzo coincide con la verticalización de un hombre pequeño y la apariencia de su capacidad para dar primeros pasos independientes.

Esta habilidad lleva al hecho de que el bebé comienza a sentirse más independiente que antes. A partir de este momento ya no tiene miedo de quedarse solo y trata de escapar de su madre en la primera oportunidad. Es por eso que la migaja comienza a luchar y con todas sus fuerzas trata de evitar la influencia de los adultos en su persona.

Se vuelve inusualmente obstinado, caprichoso e irritable, exige una mayor atención hacia sí mismo y no permite que su madre dé un solo paso. A menudo, el bebé se niega a comer lo que le gustaba antes, realiza las actividades habituales e incluso juega con sus juguetes favoritos. Todo esto, por supuesto, causa malentendidos entre los padres y, a menudo los introduce en un estupor.

¿Qué hacer y cómo sobrevivir a la crisis?

La crisis del primer año de vida debe ser simplemente experimentada. Durante este período, bajo ninguna circunstancia debe gritarle al niño, especialmente porque esto solo se puede lograr si la situación es aún peor. La forma más fácil es aprender a cambiar la atención del bebé y hacerlo cada vez que el pequeño rebelde comienza a resentirse.

Mientras tanto, esta táctica no es adecuada si el descontento del niño ha ido demasiado lejos, y ya ha comenzado la histeria. En esta situación, mamá o papá tendrán que calmar a su hijo por cualquier medio y en el futuro tratar de no permitir tales "salpicaduras".